sábado, 7 de marzo de 2009

Cine fórum SAMAGNA

Alcañizo, 28 de febrero de 2009

DSCF1838

Con el trasfondo de intentar cambiar mentalidades en nuestro entorno más cercano hemos iniciado una serie de Cine fórum con películas que dan pie a la reflexión y al diálogo. La primera de ellas fue “LOS DIOSES DEBEN ESTAR LOCOS” una película de producción australiana de 1980 escrita y dirigida por Jamie Uys. Filmada enteramentee en Botswana.

Un bosquimano que vive con su gente en el desierto de Kalahari, lejos de toda civilización, ve caer del cielo una botella vacía de Coca-Cola. Para él y los suyos este objeto desconocido y debe ser algo enviado por los dioses. Primero todos están interesados y contentos, pero pronto la botella se convierte en objeto de discordia, por lo que el bosquimano decide llevarla al extremo de su mundo conocido, para que no ocasione más disputas. En su camino encuentra a un hombre blanco que ha recogido de un aeródromo a una joven que viene a pasar una temporada en África. A esa pareja le ocurren las cosas más insospechadas.

Sin pretensiones de mayor profundidad sociológica y sin hacer elogios de las culturas “primitivas”, la simple muestra de los contrastes entre dos universos que se mantienen separados —pero que en ocasiones interactúan— aporta los ingredientes necesarios para que se den dos manifestaciones exclusivas de la especie humana: reír y pensar.
Los pobladores originarios del Kalahari —los bosquimanos— por un lado y los nuevos habitantes —“civilizados”— por el otro, a través de su forma de ver el mundo, explicárselo y ubicarse en él, nos van contando historias paralelas en las que, una y otra vez, el absurdo, la paradoja, las extravagancias involuntarias y las incongruencias resultan ser el patrimonio de “arcaicos” y “renovadores”. Quizá lo más interesante, por desconocido, es ese pueblo de los bosquimanos que a ratos parece pertenecer al mítico paraíso perdido. Comunidad de pequeños hombres y mujeres que, para sobrevivir con los limitados recursos naturales de su hábitat, han debido conservar una talla mínima. Gente que de manera ancestral ha prescindido de la propiedad privada y también de la violencia. Más ocupados en fortalecer sus lazos familiares y en tratar de mantener su sitio en el planeta, hacen de la colaboración solidaria el medio para lograr el bienestar del grupo.

En uno de los breves pero igualmente inevitables contactos, los Sans o Khoisans (nombres con que también se conoce a los bosquimanos) reciben del mundo moderno aquello que considerarán un “regalo de los dioses”. Objeto inerte que les revelará la maldad o, por lo menos, la recién conocida ambivalencia en las intenciones y designios de los dioses. Elemento de modernidad que, al resolver algún problema, no hace sino generar muchos más y de peor calaña. Alegoría de cómo las personas ganan perdiendo o pierden ganando. Efectivamente, los dioses deben estar locos.
Para Xi, el protagonista de la historia, se trastoca de repente el sentido de la vida. Luego de la probada chocarrería del regalo, su objetivo inmediato será el de hacer la devolución inmediata del presente; pero cuidando las formas mínimas de cortesía de manera que se evite el enojo de los dioses.

Están también los foráneos, los intrusos recientes, los blancos, que, con una carga cultural y una tecnología que ha visto la luz en otras latitudes, intentan acomodar una realidad que les resulta incomprensible, en lugar de buscar la propia adaptación y la reconciliación con ese entorno.Símil del Robinson que cubre su cuerpo con pieles, en un clima que haría casi innecesario el uso de ropajes excesivos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario