Sta Magdalena de Nagasaki

LAS HUELLAS DE SANTA MAGDALENA DE NAGASAKI



La elección de esta pequeña, pero fuerte mujer no es casual. Su vida encarna un modelo que da luz y sentido a la esencia de nuestro proyecto.

-La defensa de la vida y de sus ideales la llevó a perder toda su familia con escasos 11 años, cuando sus padres y hermanos fueron martirizados por ser cristianos, y su propia vida cuando se entregó a los verdugos no aceptando el soborno y sacrificar sus convicciones.

-Su vida encarna un modelo que ilumina el progresivo reconocimiento del dolor de las mujeres de nuestro tiempo. Ella se encuentra dentro del grupo de los que “no cuentan” para los poderosos y “dueños” del mundo.

-Su fortaleza hasta las últimas consecuencias, demuestra la libertad interior de una femineidad madurada con que contaba.

-La visión clara de su misión en la vida, ponen de manifiesto su capacidad para percibir la realidad y saber responder a su tiempo histórico. El rol asumido como mediadora en el servicio, deja ver su humildad y protagonismo, equilibradamente vividos y a la altura de las circunstancias.

-Para quienes somos creyentes, Magdalena es alguien que con la ayuda de la gracia, alcanzó el máximo de los logros que Dios concede a algunos elegidos, el martirio, a ejemplo de Jesucristo. Luego de haberlo predicado con palabras y obras durante toda su vida como Catequista.

-Su nacionalidad japonesa le da al proyecto una visión abierta en la perspectiva de miras, en el campo del pensamiento: con quienes piensan diferente, y de la acción: en cualquier parte del mundo.

-La vertiente oriental nos desafía al conocimiento de lo que de algún modo es distinto de nuestros esquemas y formas. Su ser mujer nos pone delante de una figura alternativa a los modelos patriarcales y masculinos, sin menosprecio de estos últimos.

-Su carisma agustiniano traza profundos y ricos caminos en la experiencia del gran doctor africano San Agustín de Hipona, experto en humanidad y en el seguimiento de Cristo. Este carisma agustiniano se concreta en SAMAGNA en la búsqueda de Dios en comunidad, en la que se comparte la fe y la vida, de la cual se recibe el impulso para vivir la propia vocación en la búsqueda de un mundo más justo y más fraterno.