
¿Estarán los Ninjas en la gran cumbre?
Hace unos meses, para explicar el inicio de la presente crisis financiera mundial, en especial el oscuro término hipotecas subprime, el profesor Leopoldo Abadía publicó una artículo en su blog titulado La crisis ninja. En él se explica que esas hipotecas se ofrecieron a un tipo de clientes arriesgados: los ninja (no income, no job, no assets). O sea, personas sin ingresos fijos, sin empleo fijo, sin propiedades. Y no por caridad, sino para sacar mayor tajada del boom inmobiliario y la oportunidad de cobrar más a quienes tenían riesgos más elevados.
Nuestros políticos, ante la que está cayendo, andan de aquí para allá intentando salvar el mercado financiero. El 15 de noviembre tendrá lugar una gran cumbre en Washington y hay una gran preocupación en países como España por saber si podrá sentarse en este foro donde se tomarán decisiones cruciales para el futuro. Pero, ¿y quién representará a los ninjas? ¿De qué modo se oirán las voces de los pobres del Primer Mundo? ¿Y las de los verdaderamente pobres, aquellos a quienes no les llega ni para entrar en el término ninja? Porque éstos viven (o vivimos) en el Norte, pero los pobres de entre los pobres viven en el Sur y a ésos, más que la hipoteca, lo que les preocupa de verdad es el pan de cada día, el incremento brutal de los precios de los alimentos básicos, el agua lejana y contaminada, la salud escurridiza, el acceso a la educación, los efectos del cambio climático...
Los Objetivos del Milenio, que pretendían erradicar la pobreza para el 2015, se van a ver muy demorados ante la premura de salvar, ante todo, el sistema financiero de los países más ricos. De nuevo, parece que la factura y los platos rotos del fenomenal desaguisado de la gran Banca la pagarán los que menos tienen, que verán sus expectativas postergadas sine die.
Resulta escandaloso y paradójico que los países más ricos del mundo no fueran capaces de garantizar 50.000 millones de dólares para endorsar la consecución de los Objetivos del Milenio en la cumbre de la ONU del pasado 25 de septiembre y, unas semanas después, no hayan tenido ningún rubor en garantizar más de 3 billones de dólares para apuntalar lo que se pretende llamar un nuevo orden económico mundial. Pero mientras el pretendido orden se base en un desorden de las prioridades humanas, no será tal, porque el problema fundamental de la Humanidad hoy en día no es que se paralice el crecimiento económico, sino la permanente sangría de vidas humanas por la injusticia y la pobreza a la que han sido condenados miles de millones de seres humanos desde su nacimiento.
Resulta escandaloso y paradójico que los países más ricos del mundo no fueran capaces de garantizar 50.000 millones de dólares para endorsar la consecución de los Objetivos del Milenio en la cumbre de la ONU del pasado 25 de septiembre y, unas semanas después, no hayan tenido ningún rubor en garantizar más de 3 billones de dólares para apuntalar lo que se pretende llamar un nuevo orden económico mundial. Pero mientras el pretendido orden se base en un desorden de las prioridades humanas, no será tal, porque el problema fundamental de la Humanidad hoy en día no es que se paralice el crecimiento económico, sino la permanente sangría de vidas humanas por la injusticia y la pobreza a la que han sido condenados miles de millones de seres humanos desde su nacimiento.
La refundación del Sistema no puede ser a cualquier precio y sin aprovechar la ocasión para un gran cambio. No puede olvidarse de los que nada tienen y siguen sin acceso a una vida digna. De allí que sea imprescindible que la voz de los sin voz pueda escucharse en la cumbre del próximo 15 de noviembre a través de ONGs de prestigio. Sería también importante que los seguidores de Jesús recordáramos la parábola del Buen Samaritano y nos quedáramos atendiendo a las víctimas, los ninjas y sus primos más pobres, mientras los sacerdotes del Dios Dinero pasan deprisa para no llegar tarde a su cumbre. Unamos nuestras voces para reivindicar que “otro sistema es posible”.
Juan Yzuel
Juan Yzuel
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